26 nov 2013

¿Mejor hoy o mañana?

Durante toda esta semana, y quizás desde los últimos quince días, me he despertado siempre con el mismo pensamiento “hoy voy a hacer una entrada para el blog de La Brújula”… y mañana tras mañana, día tras día, acaba sucediendo lo mismo: que no lo hago...

En general este tipo de cosas me pasan no sólo con temas relacionados con el trabajo. De hecho son muchos los momentos en los que digo “hoy voy a ir al gimnasio” o “es un buen día para correr”, “tengo que recoger un poco la casa”, “esa pila de platos de hoy no pasa”, incluso “esta tarde bajo al garaje y arranco la moto…
Pues bien, sistemáticamente todas esas afirmaciones van perdiendo peso como si se vieran sometidas a una dieta vertiginosa de eseas que están tan de moda a hora mismo.

Lo curioso de todo esto, es que como profesional del ámbito social y de la educación, este es un aspecto de la conducta al que día a día veo que se enfrentan tanto los alumnos y alumnas de los cursos que imparto, como aquellas familias con las que trabajo orientación educativa: la procrastinación.
Si, si, habéis leído bien PRO-CRAS-TI-NA-CION… tremenda palabra, pero sencilla de explicar. Básicamente se trata de dejar para mañana lo que pueda hacer hoy, dedicando tu tiempo presente a tareas irrelevantes o innecesarias que te satisfacen, al menos de manera temporal.



Así pues, mi aportación en el día de hoy para nuestro blog, tiene que ver con la idea de que romper esa procrastinación, o esa actitud procrastinadora, realmente no es tan complicado y tan sólo requiere de un poquito de constancia y saber un par de trucos para comenzar a enfrentarnos a ella.

Para ello es importante partir de la base de que procrastinar, realmente no nos está ofreciendo nada bueno.

De esta manera, es necesario que entendamos que posponer tareas obligatorias en nuestro día a día, ya sea a nivel personal o profesional, realmente no nos aporta ningún beneficio más allá de la efímera y momentánea sensación de relax, que en ningún caso se puede comparar con la placentera sensación de tranquilidad, bienestar y satisfacción que supone una tarea finalizada de manera adecuada y a tiempo.

En este sentido, si nos centramos en el mundo del deporte, no es comparable el bienestar que se genera cuando uno pospone una sesión de gimnasio o de carrera, con el hecho de haber asistido a una clase programada o haberle dedicado 30 minutos a trotar un poco.
De igual manera, no es comparable a la hora de estudiar, el hecho de dedicarle un poco de tiempo todos los días a un determinado aprendizaje (leyendo, subrayando, analizando contenidos, esquematizando y practicando) que esperar al último momento de entrega de una tarea o previo a un examen, para hacerlo todo de forma rápida y sin sentido, propiciando que los contenidos se mezclen, las ideas se distorsionen y generando una sensación de cansancio y frustración altamente incompatible con la tarea que estamos llevando acabo.

Teniendo en cuenta esto, la clave que hoy planteo (más adelante desarrollaremos otras) es la siguiente:

5 minutos para romper la procrastinación.


Hace poco vi un reportaje de Elsa Punset, en el que hablaba básicamente de que a nuestro cerebro le cuesta dejar las cosas que ha empezado sin acabar, y que una clave fundamental para realizar una tarea era (y ojito con lo que voy a decir) empezarla.

De esta forma, si le damos la posibilidad a nuestro cerebro de dedicar tan sólo 5 minutos a la realización de alguna tarea, ya sea limpiar los platos, comenzar a correr, leer un tema de un curso o comenzar una entrada de un blog, este automáticamente entra en una situación de estrés (entendido desde el punto de vista positivo de activación) que facilita que nos pongamos en disposición, una vez que han pasado los 5 minutos, de continuar trabajando en esa tarea hasta que la terminemos o al menos la llevemos bastante avanzada.

Así pues, a día de hoy, os invito a practicar estos “5 minutos contra la procrastinación” en vuestras tareas cotidianas (cocinar, lavar la ropa, tender, fregar, barrer…), deportivas (correr, nadar, montar en bici, ir al gimnasio), y por qué no, en vuestras tareas formativas (leer documentación, hacer esquemas, actividades, etc.) para ver qué sucede. Por mi parte y a modo de ejemplo os puedo decir que a día de hoy, y partiendo de la premisa de “me voy a poner 5 minutos…” he conseguido hacer la tan deseada y añorada entrada del blog de La Brújula.

Ánimo para todos/as con el experimento ;)

No hay comentarios:

Publicar un comentario