Vamos a empezar haciendo
autocrítica, cuando nosotros teníamos la edad de nuestros hijos,
nuestros padres nos decían que teníamos una obsesión con el
teléfono, pero el fijo. Nos pegábamos horas hablando con ese amigo
o amiga, al que hacía tan sólo unas horas habíamos visto en el
cole o en el instituto. El acto ahora no es distinto, lo único que
ha cambiado es que el teléfono es móvil, y como su propio
nombre indica, ésta característica brinda la posibilidad de que su
uso aumente a un casi 100% del tiempo de nuestras vidas.
España es el país con
mayor número de smartphones en la Unión Europea. Hay 23 millones de
estos dispositivos. El 87% de la población española lo tiene a mano
las 24 horas del día.
Ésta es la era de la
comunicación, curiosamente justo la era en la que menos nos
comunicamos. Ahora cuando estamos acompañados de alguien hablamos
con otro, pero por el móvil. El auge de las nuevas tecnologías ha
modificado las conductas de comunicación.
Aunque no puede negarse
que el teléfono móvil sea útil y necesario, su abuso puede causar
problemas a niños y adolescentes, perjudicando su salud o bienestar,
sus relaciones familiares y sociales, o su rendimiento escolar.
Los jóvenes viven
pegados al móvil. Es una extensión de sus manos, les conecta con el
mundo y les hace sentirse integrados. Están enganchados al teléfono
y, en algunos casos, esa dependencia ha derivado en adicción. Según
un estudio sobre conductas patológicas en Internet, el 21,3% de los
jóvenes está en riesgo de convertirse en adicto a las nuevas
tecnologías. Y el 1,5% ya lo es. No controlan su conducta, lo que
afecta a sus responsabilidades y a las relaciones personales.
Se trata de un trastorno
del control de impulso. Los primeros síntomas de su adicción son:
- Pasar el día sin compañía, solo con el ordenador y el móvil.
- Suspender asignaturas
- Descuidar a los amigos y la familia.
¿Qué
podemos hacer los padres para prevenir el abuso del móvil?
- Mantener un ambiente dialogante en casa: Si hay conversación, y es buena, no cogerá tanto el móvil
- Cuanto más tarde tenga su propio móvil, mejor.
- Mejor el móvil con tarjeta prepago que con contrato: Establece un límite desde el inicio
- El adolescente debería hacerse cargo del pago, o al menos de una parte: Que administre su propia paga y gestione su gasto. Si no tiene más, es porque no lo ha gestionado bien.
- Enséñale a ser crítico con la publicidad: La va a ver quieras o no quieras.
- Pon reglas claras sobre cuándo y cómo utilizar el móvil:
- A partir de una hora determinada el móvil debería apagarse para preservar el sueño
- El móvil no puede desfavorecer la comunicación familiar, no ha de usarse en los momentos en familia.
- El móvil debe apagarse en clase.
- Una vez en casa, dejar el móvil en el salón u otro lugar público. No en su habitación.
CUIDADO:
“Los tecnoadictos no entienden su vida sin estar al tanto de todo
lo que ocurre en su entorno social. A través de las redes, están
siempre pendientes de lo que hacen sus conocidos y eso les genera
ansiedad porque creen que ellos están disfrutando más de la vida”.
Esto puede sumergirles en una depresión.
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